Cuando la reglamentación exigió que los motores de Resistencia fueran de la misma cilindrada que los de F1, es decir de 3.5 litros, dejo la puerta abierta para que Peugeot creara uno de los bólidos más rápidos en la historia del Campeonato de la especialidad. En un primer momento el 905 parecía poco competitivo, pero un replanteo profundo lo volvió ultra veloz y le permitió llevarse la corona de las 24 Horas de Le Mans en 1992 y 1993. La clave estaba en el trabajo aerodinámico, el ligero chasis de carbono y el poderoso V10 SA35-A1 de 670 CV, aproximadamente. Hay que recordar que Peugeot estableció en 1988 el récord de velocidad de Le Mans alcanzando 405 km/h en la larga recta de 6 km de Mulsanne (justo antes de la introducción de las chicanas), aunque fue con un WM P88.
